Por Ramón Roca -elperiodicodelaenergía.com, 13/12/2017
La Unión Energética hace aguas por mucho que quieran vender algunos políticos lo contrario. Poner de acuerdo a 28 países y que sus intereses energéticos concuerden parece fácil en el papel o en la boca de la Comisión Europea o de algunos europarlamentarios, pero a la hora de la verdad los Estados miran su ombligo y dejan las amistades para otro momento, aún por llegar. La solidaridad, si eso, para otro día.
Este martes se han reunido todos los líderes europeos para ratificar, si cabe más aún, el Acuerdo de París. Pero realmente es todo un postureo como dicen ahora. La Unión Energética nació con el propósito de crear un mercado único de la energía, donde todos los mercados actuales confluyeran en uno solo, basado en energías renovables y conectados entre sí.
Pero una de estas patas cojea y mucho. Se trata de las interconexiones, tan fundamentales para el futuro energético de España y otros países. Se propuso elevar el objetivo de interconexiones en un 15% de la demanda eléctrica en todos los estados miembro para 2030. Un objetivo que dejará de serlo en la próxima directiva de mercado ya que varios países se niegan a firmar eso.
Según cuenta Euractiv de fuentes cercanas a las negociaciones europeas, los estados miembros de la UE están considerando maneras de eliminar todas las referencias a la interconexión de la red eléctrica de los documentos de la política energética europea, el denominado Paquete de Invierno.
Es decir, que si no se ha conseguido o se va a lograr alcanzar el 10% para el 2020, no están dispuestos a financiar proyectos para alcanzar el 15% dentro de 13 años.
El próximo lunes, Álvaro Nadal tiene la mayor papeleta que jugar en Europa en la reunión de los ministros de Energía de los 28. Le toca negociar lo que no está escrito para tratar de conseguir que las interconexiones eléctricas sigan en la agenda europea.
Sin el objetivo del 15% España se quedaría totalmente fuera de juego. Seguiría siendo una isla energética dentro del panorama europeo. Sería la mayor pesadilla para la transición energética que planea el ministro Álvaro Nadal.
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